¿Cuáles sueños, querida? Se preguntarán ustedes… Sí, los tengo, quizá algunos más quimeras e ideales, no importa. Lo esencial es que dejé el trabajo por una oportunidad que había buscado desde hace casi tres años, mismo tiempo que llevo de haber concluido la universidad. Ingresé, y la primer semana todavía me costaba trabajo creerlo, al taller de redacción del periódico Reforma.
Cuando me confirmaron mi participación en éste, tenía tan sólo dos semanas de haber firmado contrato en la radiodifusora, en donde todo casi bien excepto por que soy un poco tortuga –descubrí ese terrible defecto-. Mi ex jefe, Manuel Feregrino, es un encanto de persona…¡un excelente jefe! Y miren que lo traté poco tiempo. Y, desde que nos conocimos fuimos claros, pusimos cartas sobre la mesa, le comenté que estaba en el proceso del taller, a lo que dijo que él no tenía ningún inconveniente porque lo tomara y antes o después trabajara.
Sin embargo, nunca me pasó por la mente que una condición o requisito, como usté guste verlo, era abandonar el empleo, porque de lo contrario perdía mi lugar.
Esooo, nooo, por supuesto que NO. Aunque sé que este curso no me garantiza el empleo en ese diario, me dije “todo o nada”, “quien no arriesga, no gana” y “si te has arriesgado en otras situaciones que a tu vida no aportaban precisamente algo bueno, esta oportunidad es tuya”… y así les puedo escribir todooo lo que pasó por mi mente.
A mis padres no les agradó mi decisión al inicio, lo cual me dolió porque mi mamá sabe cuánto –y que hasta en algún momento lloré- porque hubo varios intentos fallido para ingresar a Reforma. Finalmente, me dijeron que están conmigo y que mientras me sostenga mis pasajes, no hay bronca.
Trabajé hasta el miércoles 11 de junio, allá en las instalaciones de Coyoacán, conocí a varias chicas, entre ellas a las “tipillas”: Itzel y Sue, quienes me enseñaron a subir notas y retocar fotitos (¡pobre Susy, como que sufrió con mi proceso de lento aprendizaje). En las tardes–noches, no teníamos mejor menú ni extenso que mcdonals y las hamburguesitas de 10 pesos nos hacían el paro.
Finalmente llevé mi renuncia a las instalaciones de Polanco, y el contador encargado de contratar al personal me dijo “es decir que si esto fuera una telenovela, se llamaría ¿”renunciando por un sueño”?”, contesté “pues sí, así es”. Según él, trabaje 11 días, pero yo conté casi 15, no me pagaron todo… Ya pues, lo que me dieron me alivianará un poco.
Semana uno
Y me sentía PERIODISTA (la verdad el término “comunicólogo” me da hueva y de pronto se aplica en tono mamón y elitista). Estudié Comunicación y periodismo, no he tenido una dirección fija y así es esto del freelance, uno es su propio jefe.
A veces, inclusive después de mucho revisar tu texto piensas o crees que está bien, y los cambios los hace los editores ya sin mucha retroalimentación; cuando te equivocas o le cambian algo –que interpretaron mal– al texto lo notas hasta que la revista está en tus manos…
El taller inicio hace una semana, el lunes 16. Somos 21 alumnos que quieren y aspiran a ser reporteros para Reforma, de todo un poco: nacional, cancha, ciudad, deportes, internacional, buena mesa, cultura, vida (yo la única rara que contempla Gente chiquita) , entre otras.
Tenemos cinco maestras, cuatro de ellas periodistas y una pedagoga e historiadora.
Es una exigencia terrible, la vida académica no se compara; hay que memorizar el manual de estilo; ser analíticos y armarnos de paciencia porque tan sólo para escribir la entrada de una nota –con la que llevamos ya casi 3 o 4 días– es cuestión de perfección, pero sobre todo que detectemos nuestros errores.
En ortografía… Estamos mal, muy mal, bastante mal. ¿Saben? Es frustrante, te deja anonadado es descubrir tantos errores cuando creías que no andabas tan perdido en cuestiones de escritura; descubres que a veces no tienes mucho conocimiento sobre lenguaje oral, y de verdad, nos hemos cuestionado “¿yo periodista?”.
Carajo, cómo de dónde si las ilustres mujeres que tenemos enfrente nos regresan casi seis veces el mismo ejercicio.
Lo rescatable de la semana 1 es que hemos autodetectado nuestros DEFECTOS.
Hoy fuimos reporteros por un día, primer tarea. Cubrir una peregrinación de personas, contra el aborto, hacia la Basílica de Guadalupe. Traigo bronceado capitalino horrible, me arde la piel ¡aaah!
Hace tanto que no reporteaba así, es diferente el trabajo periodístico entre un periódico y una revista. Utilizas las mismas herramientas (o géneros periodísticos), lo que cambia es la periodicidad y ritmo de trabajo.
Y pese a todo, por sobre todas las cosas… Pienso, sí, soy periodista –por lo menos tengo espíritu– y aunque con sangre, jaja, lo sacaré las próximas seis semanas.