domingo, 22 de junio de 2008

¿Yo periodista?


Cuando dejé mi último post, aún tenía trabajo. Sí, pasé por las instalaciones de Grupo Fórmula –bueno pues, Radiofórmula–, queridos, pero no piensen mal, no me corrieron sino que renuncié por seguir mis sueños.

¿Cuáles sueños, querida? Se preguntarán ustedes… Sí, los tengo, quizá algunos más quimeras e ideales, no importa. Lo esencial es que dejé el trabajo por una oportunidad que había buscado desde hace casi tres años, mismo tiempo que llevo de haber concluido la universidad. Ingresé, y la primer semana todavía me costaba trabajo creerlo, al taller de redacción del periódico Reforma.

Cuando me confirmaron mi participación en éste, tenía tan sólo dos semanas de haber firmado contrato en la radiodifusora, en donde todo casi bien excepto por que soy un poco tortuga –descubrí ese terrible defecto-. Mi ex jefe, Manuel Feregrino, es un encanto de persona…¡un excelente jefe! Y miren que lo traté poco tiempo. Y, desde que nos conocimos fuimos claros, pusimos cartas sobre la mesa, le comenté que estaba en el proceso del taller, a lo que dijo que él no tenía ningún inconveniente porque lo tomara y antes o después trabajara.

Sin embargo, nunca me pasó por la mente que una condición o requisito, como usté guste verlo, era abandonar el empleo, porque de lo contrario perdía mi lugar.

Esooo, nooo, por supuesto que NO. Aunque sé que este curso no me garantiza el empleo en ese diario, me dije “todo o nada”, “quien no arriesga, no gana” y “si te has arriesgado en otras situaciones que a tu vida no aportaban precisamente algo bueno, esta oportunidad es tuya”… y así les puedo escribir todooo lo que pasó por mi mente.

A mis padres no les agradó mi decisión al inicio, lo cual me dolió porque mi mamá sabe cuánto –y que hasta en algún momento lloré- porque hubo varios intentos fallido para ingresar a Reforma. Finalmente, me dijeron que están conmigo y que mientras me sostenga mis pasajes, no hay bronca.

Trabajé hasta el miércoles 11 de junio, allá en las instalaciones de Coyoacán, conocí a varias chicas, entre ellas a las “tipillas”: Itzel y Sue, quienes me enseñaron a subir notas y retocar fotitos (¡pobre Susy, como que sufrió con mi proceso de lento aprendizaje). En las tardes–noches, no teníamos mejor menú ni extenso que mcdonals y las hamburguesitas de 10 pesos nos hacían el paro.

Finalmente llevé mi renuncia a las instalaciones de Polanco, y el contador encargado de contratar al personal me dijo “es decir que si esto fuera una telenovela, se llamaría ¿”renunciando por un sueño”?”, contesté “pues sí, así es”. Según él, trabaje 11 días, pero yo conté casi 15, no me pagaron todo… Ya pues, lo que me dieron me alivianará un poco.


Semana uno

Y me sentía PERIODISTA (la verdad el término “comunicólogo” me da hueva y de pronto se aplica en tono mamón y elitista). Estudié Comunicación y periodismo, no he tenido una dirección fija y así es esto del freelance, uno es su propio jefe.

A veces, inclusive después de mucho revisar tu texto piensas o crees que está bien, y los cambios los hace los editores ya sin mucha retroalimentación; cuando te equivocas o le cambian algo –que interpretaron mal– al texto lo notas hasta que la revista está en tus manos…

El taller inicio hace una semana, el lunes 16. Somos 21 alumnos que quieren y aspiran a ser reporteros para Reforma, de todo un poco: nacional, cancha, ciudad, deportes, internacional, buena mesa, cultura, vida (yo la única rara que contempla Gente chiquita) , entre otras.

Tenemos cinco maestras, cuatro de ellas periodistas y una pedagoga e historiadora.

Es una exigencia terrible, la vida académica no se compara; hay que memorizar el manual de estilo; ser analíticos y armarnos de paciencia porque tan sólo para escribir la entrada de una nota –con la que llevamos ya casi 3 o 4 días– es cuestión de perfección, pero sobre todo que detectemos nuestros errores.

En ortografía… Estamos mal, muy mal, bastante mal. ¿Saben? Es frustrante, te deja anonadado es descubrir tantos errores cuando creías que no andabas tan perdido en cuestiones de escritura; descubres que a veces no tienes mucho conocimiento sobre lenguaje oral, y de verdad, nos hemos cuestionado “¿yo periodista?”.

Carajo, cómo de dónde si las ilustres mujeres que tenemos enfrente nos regresan casi seis veces el mismo ejercicio.

Lo rescatable de la semana 1 es que hemos autodetectado nuestros DEFECTOS.

Hoy fuimos reporteros por un día, primer tarea. Cubrir una peregrinación de personas, contra el aborto, hacia la Basílica de Guadalupe. Traigo bronceado capitalino horrible, me arde la piel ¡aaah!

Hace tanto que no reporteaba así, es diferente el trabajo periodístico entre un periódico y una revista. Utilizas las mismas herramientas (o géneros periodísticos), lo que cambia es la periodicidad y ritmo de trabajo.

Y pese a todo, por sobre todas las cosas… Pienso, sí, soy periodista –por lo menos tengo espíritu– y aunque con sangre, jaja, lo sacaré las próximas seis semanas.
P.D Me manifiesto en contra de la Reforma Energética, espero que funcione la tan sonada consulta ciudadana ¿esto quéééé?

viernes, 6 de junio de 2008

Post quedado (no tenía qué decir).

El día lunes o martes (de no sé qué semana), mientras regresaba a casa, sintonicé -en la radio- un programa en el que aunquee el locutor no es mi hit, me gusta muchísimo la música que escoge y programa: jazz.

Leyó un poema de Jaime Torres Bodet y otros poetas mexicanos e hizo referencia a la antología que le regalaron, algo así.

No quise quedarme con las ganas de compartir la primera parte (¿párrafo, verso o cómo se llama?) del poema “Amor”:

Para escapar de ti
no bastan ya peldaños,
túneles, aviones,
teléfonos o barcos.

Todo lo que se va
con el hombre que escapa:
el silencio, la voz,
los trenes y los años,
no sirve para huir
de este recinto exacto
-sin horas ni reloj,
sin ventanas ni cuadros-
que a todas partes va
conmigo, cuando viajo.

Me caló hondo, bastante hondo, cuando lo escuché y me arrancó lágrima Remi. Sí, así soy, cursi, y que me acuerdo de un poema de Sabines, “Espero curarme de ti”; entonces me dije: “Yaaaa duérmeteeee”, qué ganas las mías de desperdiciar el tiempo.

lunes, 2 de junio de 2008

¿Por qué? ¿Por qué? Porque...

Un gran amigo, gran hombre y ser humano con nombre muy significativo (Emilio) me enseñó –cuando yo era una nena…ok, tenía 18 años y pecaba de inocente– que la vida, lo que te sucede, los errores, las metidas de pata, los amores malditos o no, las caídas, los padres que te tocaron, la forma en que vives o has vivido, tus decisiones, todooo no se debe cuestionar todooo el tiempo, sino nomás no avanzamos, pero sí retrocedemos como seres humanos.

La verdad es que yo era de esas personitas que cuestionaban hasta por qué el domingo era domingo y por qué ese día es tan triste (es que no me gusta, carajo). Un día le dije a Emilio Vallesvi que por qué mi mamá había trabajado desde que yo tenía uso de razón y no estaba con nosotros.

El buen Vallesvi me ayudó a entender que lo que en aquel momento le cuestioné era un reproche que no debía ni tenía derecho a hacer, PORQUE si mi madre no hubiera trabajado todos los días de sol a sol, con chamacos, frente a un pizarrón y desgastándose la garganta, yo no viviría desahogadamente y quizá ni para los pasajes o continuar mis estudios nos hubiera alcanzado.

A partir de aquel hecho, a bordo de un PT Cruiser roja o rosa –no lo recuerdo- a un costado del Campo Militar Deportivo, por el rumbo de Constituyentes, entonces entendí que debía dejar de preguntar ¿POR QUÉ?, obvio en algunos casos es necesario.

Y es que algunos por qués pueden ser desde convenientes, oportunos, acertados; mientras otros son lacerantes, inoportunos y hasta pendejos.

Son válidos, sí, definitivamente, pero ¿hasta qué punto? ¿tiene algún límite? ¿o somos nosotros quienes debemos dejar de pronunciar por qué? (Esto último que señalo, es absurdo porque, por ejemplo, es lo que yo hago –escribir / redactar– explico el por qué del porque).

Ni modo, es inevitable:

-¿por qué soy tan compleja?
-¿por qué tengo delirio con el color morado?
-¿por qué me encabrona el intento perfeccionista de otros cuando sé que, a veces, soy igual?
-¿por qué no vivo en el DF?
-¿por qué, últimamente, soy mal organizada?
-¿por qué nunca he sido irresponsable?
-¿por qué no mando, –un día, por lo menos uno–, al carajo todo?
-¿por qué en cuanto despierto a quien deseo ver, de inmediato, es a Camila?
-¿por qué la doble moral?
-¿por qué un SEÑOR (A) Consejera del IFE o H. Legislador percibe cantidades exorbitantes por servir a la nación? (No, sino digo que, no trabajan, pero sus DIETITAS podrían brindar mejoras en muchas zonas del país que viven en completa miseria, por ejemplo)
-¿por qué el SIDA?
-¿por qué la violencia?
-¿por qué la insensibilidad e indiferencia?
-¿por qué las mentiras?
-¿por qué me mentiste?
-¿por qué te creí?
-¿por qué, como dice Chilosa, “putacarajodemierda” te quise?
-¿por qué te extraño?
-¿por qué el vacío, la soledad inmensa?
-¿por qué la negación?
-¿por qué la crisis?
-¿por qué la falta de identidad?

¡Ya! No le sigo porque tengo un montón de dudas… Con decirles que pensé en ¿por qué esta terrible lucha contra y entre el narcotráfico en donde muere gente y más gente que se droga, que está en el lugar y hora incorrectos…?

¡Ya! ¿Por qué hoy escribo no sé… por qué?
P.D. Usté disculpe la ausencia, pero mi recien y nueva labor de srita. oficinista es demandante. Gracias.