viernes, 28 de agosto de 2009

De cómo mandar a volar pretendientes



Una forma muy diplomática y sutil de advertirle a alguien que no aspire ni tenga expectativas de trascender contigo, es decir, una relación de niño-niña hombre-mujer, noviecitos y por qué no hasta free, es argumentar lo siguiente aunque no te pregunten qué onda o tú preguntes sobre el/la susodicho(a):

– En este momento estoy bien con mi novio(a). No sé que vaya a pasar, pero por ahora sí estoy conforme.

No importa en qué momento tampoco si hablas del trabajo o de tu perro. Por eso llamémosle un estilo muy fino y hábil de mandar a la chingada a quien te tire-le tires la onda.

¡Pluuup! Y con énfasis en el por ahora, más claro que el agua, imposible. Entonces, como a todo en esta vida hay que encontrarle sentido práctico y de acuerdo con el sensei, di: NEXT.

Sólo hay que estar más alerta. No ir como caballo desbocado, pero ante todo –cito unas líneas extraídas de Sputnik, mi amor del japonés Haruki Murakami (¡¡lo amo!!) –: “No tener ideas preconcebidas, sino aguzar el oído con una disposición honesta, amoldándote a las circunstancias, manteniendo la mente y el corazón siempre abiertos a lo que venga”.

Esto es útil y aplicable pa’todo ¿o no?
*No sé si haya relación entre la rola y lo escrito, me parece que sí. al final no deja de atraernos el bateador.

martes, 25 de agosto de 2009

Estar

¿Por qué estás conmigo?

¿Cuántas veces les han hecho esa pregunta o cuántas veces la han hecho? Quien la hace ¿qué intenta saber, descubrir o conocer?

Hace un par de semanas me lo preguntaron en dos ocasiones. Honestamente no supe qué contestar. Más bien, en la mente tenía toda una maraña de ideas y contradicciones: porque te quiero, porque me gustas, porque te admiro, por costumbre, porque descubro siempre algo nuevo en ti, contigo, sin ti, porque me conozco, porque… ¡Ay no sé. Estoy y ya!, y si no estuviera o me fuera, igual me preguntaría(s) por qué.

Responder no es difícil, aunque es más fácil quedarse callado(a). Quise que mi respuesta fuera espontánea y honesta sin tanto argumento vago. La pensé, la pensé y la pensé, aunque lo admito, me fui por el camino fácil.

Sucede que, a veces, uno se harta de explicar; ¡para qué tanto bla bla bla! Pero ¿el que calla otorga? Y todavía me pregunto qué quiere decir el silencio. Porque no es negación ni afirmación ¿es acaso un punto medio? Y si es ¿cómo es que estás a medias con alguien? De que se puede, ¡se puede! Entonces si no respondes, regresas la cuestión: ¿y tú, por qué estás conmigo?

Una de las cosas que el tiempo y la experiencia me han enseñado –¡qué anciana me leo!– es: disfrutar el estar en algún lugar con una o varias personas y sí, las miles de preguntas vienen después, ¡pero no en ese momento que es único (porque obviamente no habrá siquiera otro semejante)!; que si luego la estancia/presencia de alguien te hace ruido, pues ya es tu asunto.

Ya pasaron varios días y aunque no es una pregunta que me quite el sueño. Sinceramente, lo confieso, aún no sé qué decir (tengo miedo, tengo miedooo). Prefiero que todo fluya. Tengo respuestas concretas a otras incógnitas de mi vida –jajaja – y no para ésta, bah. Es normal –a mi edad–, pues pensaba que era algo parecido a un espécimen disipado – ¡oooh! – en las dudas existenciales o un ente en una realidad no labrada.



Y sigo, pensando en ¿por qué estoy contigo?




** Querido Blog, perdóname por no estar contigo. Sí, porque contigo no estoy debido a que en mi trabajito la ‘incomunicación’ es normal. Tengo correo e intranet, no more. No obstante, me dedico a pensar y medio escribir qué puedo dejar aquí.

domingo, 9 de agosto de 2009

¿Decepciones?

Mi post pasado fue escrito desde tierras lejanas –bah, que ahora ocupa el ejército mexicano en su lucha contra el narco–; quienes tuvieron el tiempito de leerlo, quizá hayan notado mi alegría. La verdad fue un proyecto que me entusiasmó; aunque, salí en pleito con la personita para quien trabajaba.

Terrible decepción 1: no sé si de verdad la gente puede ser tan relajada que en ocasiones tanto aliviane parece valemadrismo e incluso cinismo y con sonrisa de oreja a oreja –o descaro– dice que se vuela trabajos ajenos.

Quizá soy yo la azotada, ñoña, comprometida… Pero así soy y no hago cosas pinchurrientas, antes, prefiero dejar o reconocer que no puedo ni me gusta lo que esté realizando.

Así pasó y esa personita a quien consideré mi amiga, hoy tristemente la desconozco. Ella dice que ‘nuestra amistad’ sigue intacta, lo cual es falso, ya que ella no fue honesta –y yo fui una brutísima, aunque de todo se aprende– cuando solicitó mi ayuda.

Por otra parte, decepción 2, 15 días atrás entendí que ni todo el cariño o fe que le tienes a alguien es suficiente para permanecer ahí con él/ella.

Las personas son cínicas. Lo notas y sus palabras te confirman que así circulan sin pena ni gloria. Pero ya comprobarlo, híjoles… Es, no sé, como ¿echarle limón a la herida? Y ya cuando arde cabrón, pues no hay mal/dolor que dure cien años ni quien lo aguante.

Sucedió que no sabía cómo decirle a alguien qué no siento ni quiero, que fue un madrazo demasiado estremecedor verle; que soy leal y comprometida, no pendeja; que en mi lógica no cabe eso de ‘pegame, pero no me dejes’… Esto me ayudo, je:



Creo que estas decepciones son necesarias. Al menos a mí me han servido ambas para descubrir que puedo y quiero mejorar en muchos aspectos. En las dos situaciones noté que fue complejo decir NO y YA NO; quería escupir un montón de palabras atoradas en mi garganta y de todo mi cuerpo sacar sensaciones raras.

Lo hice como pude y ¿el resultado? Aah, más de lo que esperé. Entre esos resultados, está la buena nueva de que he encontrado un trabajo relacionado con las letras, aunque un tanto ajeno a lo que he venido haciendo. Me incorporo a un ámbito que desconozco, una oportunidad tan inmediata –mas no sencilla– que no puedo botar nomás así, porque a pesar de la desilusión –breve, al fin y al cabo– aún tengo fe y quiero creer.