miércoles, 1 de julio de 2009

¿No es igual, pero es lo mismo?

Dos semanas, 11 días. Continúo acá, en donde la lluvia, el aire y el sol son los mismos que en mi ciudad, pero la sensación que producen no resulta igual ¿les ha sucedido?

Hablando de sensaciones… he compartido o mejor dicho, una niña de 15 años me comparte, aquí, sus lágrimas y maripositas en el estómago por el primer novio e inevitablemente quiero llorar con ella.

Pide consejos, sin embargo, no quiero. Me resisto. No es que sea una envidiosa. Es sólo que para qué llenarle la cabeza y el corazón de lógica y razón. Ahora sólo se trata de que sienta y descubra; lo único que me he atrevido a decirle es que cuide sus palabras y acciones para no lastimar a las personas.

M es una niña muy noble. Tiene una cara hermosa, angelical, bajita y menudita (me recuerda a Katie Homes en Dawson’s Creek, así trigueña bonita).

Le emociona todo, la ropa, los muñecos de peluche, accesorios, la música, sus amigos, incluso su gato Peluso.

No deja de fotografiarse junto al minino, sola, con look emo, en pose sexy o toda tierna. Hemos congeniado, a veces cuando termino de hablar me pregunto si me ha entendido pues uso términos que una chica de 15 no maneja, quizá los ha escuchado, aunque tampoco pregunta.

Platica de sus tantas ilusiones, además de que tiene muchos fans ¡no es para menos con esa carita! Y una se le cumplió, pero le abrumaba tanto que vino a consultarme como si fuera yo un hada madrina o la experta –es tan halagador–. Ahora sé o imagino qué sienten Ross, Reynis o Lata cuando les pido tip vivencial, jejeje.

Y la ilusión aterrizada es que M ya tiene novio. El –del cual fui testigo y cuasi consejera derretida por la cursilería que destilaba en el monito– fue vía messenger, porque durante ‘la declaración’ quedaron a medias, pues Doña Mamá hizo acto de presencia.

No obstante, M está llena de dudas. No creo que sean más que la FELICIDAD. Me pregunta qué decir o hacer y podría responder, mas no, no y no, pues no conozco al principito, sólo de vista y en torno a este romancito hay muchos chismes que le mortifican a M, que si la ex, que los amigos chismosos, que su mamá no sabe –por estos rumbos aún sigue esa tradición de ‘pídele permiso a mis papás’–, que tiene miedo…

Algunas de estas ‘preocupaciones’ no son clásicas sólo en los 15, siguen a los 20, 25, 30, 40, toda la vida. Sin embargo, ¡qué bonito es ser quinceañeros! Ya lo había olvidado.