sábado, 27 de diciembre de 2008

En el Mercado de San Juan

Conocí el famosísimo Mercado de San Juan, de día, el pasado lunes. Sí, es que ya lo había pisado, pero de madrugada (hace mucho, muchísimo tiempo cuando me dejaron una tarea para mi taller de prensa, fui con el reportero nocturno de Formato 21 y un conato de incendió se suscitó ahí).

No tenia idea de que es un lugar único a nivel mundial y Latinoamérica, según la información que he hallado en diferentes periódicos a través de la red, porque encuentras desde hierbas finas, condimentos provenientes de otros países, así como quesos, verduras, carnes rojas, de aves, pescado hasta de cocodrilo, por ejemplo; verduras de color y forma extrañas.


Saben que mi espíritu culinario ha emergido, entonces lo que me llevo al mercado, ubicado en Ernesto Pugibet, al cruce con Ayuntamiento, en la colonia Centro, fue la búsqueda de ajinomoto, sazonador utilizado tanto en la gastronomía china como japonesa.

Encontré una tienda, casi junto al mercado, de productos chinos –creo– en donde hay gran variedad de salsas de soya, tofu, sushi preparado, diferentes tipos de arroz, pastas y más productos que desconozco.

El dueño del lugar es chino o japonés –bah, debí de haberle preguntado– fue muy amable, dijo que no se me ocurra usar en ajinomoto como sal, pues éste sólo da un sabor ligero a los platillos.

Cuando le pregunté por la ‘salsa inglesa japonesa’, contestó que esa no existe. Argumenté que el chef de Japón de que dio la receta –en Once TV– así especificó y Don dueño respondió “Recetas engañar. Salsa inglesa japonesa no existir. Nosotros cocinar con salsa de soya de muchos sabores. Mi esposa enseñar a cocinar cuando haya más tiempo”.

Compré mi sazonador –que por cierto es harto para la pizquita que usaré, si gustan les regalo–, arroz integral y tofu.

Luego en el mercado, encontré los chicharos japoneses, jitomates cherry (¿para qué? Pues a ver qué se me ocurría), un poco de curry y otro tanto de hierbas finas -éstas huelen delicioso-.

En un puesto vi las lechugas más hermosas, verdes, con y sin hoyos, moraditas, extravagantes y raras que he visto en toda mi vida. ¡Qué lindos son los elotes baby así al natural! Los de frasco me dan asco y, el cebollín fresco parece pasto de caricatura; las zanahorias baby y los espárragos son como accesorios de la cocinita Combo.

¡Ay los pavos! Bueno, ahí sí son más guajolotes desplumados. Todavía les escurre el moco ¿o alguien sabe cómo se llama ese pellejo que les cuelga a estos?

Y qué decir de las cerezas color carmín ¡wow! Todo lucía tan lindo, tan extraordinario.

Aquí una muestra de lo improvisado: Lechuga italiana con jitomatitos, gajos de toronja, tofu y fajitas de pollo a la vinagreta.



Lo dicen expertos "la cocina es un arte, no una ciencia" y agregaría lo que la chef Thelma Morgan dice "compártelo con quien amas".

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues aunque no sea un ser amado pa' tí, me encantaría que me convidaras porque el trauma pavo/pierna y el que viene de pozole me va a dejar con el estómago monótono y trillado. Caray que agradezco por tener que comer, pero comer lo mismo durante meses? eso sí espanta a cualquiera. Hablando de alimentos una cita que escuché por 'allí': "El amor es como la comida, es difícil comer lo mismo todos los días". Jaja! (Cabe mencionar que yo no piendo en eso, y no, mi musa no es quimera, solo que ella no sabe que es "mi musa".

Chao.