sábado, 27 de diciembre de 2008

Australia

I

Soñé que me ‘enamoraba’ de mi maestro de ‘meditación. O sea, yo ni medito, por lo menos no en clase de ‘David’. Sí, es que así se llamaba el profe, quien además tenía ojos verdosos y era judío y luego me quedaba chimuela, sin un colmillo que estaba hueco y traía la etiqueta –en color rosa– de una revista femenina.

‘David’ era la onda con todos sus alumnos que resultaron ser mis compañeros de la secu, entre quienes estaba El Calabazo. Un cuate que pss sí medio me gustaba –en la vida real, hace ya unos diez y algo de años–, pero que también era asediado por mi mejor amiga, la Jackie.

Entonces que la Jackie, en el sueño, ahí iba de jodona con El Cala y que yo me enojaba, aunque ya luego me valía porque yo no llegaba a tiempo a la clase de David.

II

Ya vi AUSTRALIA. Realmente, no venía a escribir mi sueño, sino a ¿decir? esto.

Fui en Navidá. Sí, el jueves pasado; es que desde que vi los cortos, pensé que el día del estreno iría y como también me llegó por correo un boletín de una empresa, A.C o yo que sé que sea que promueve la aussie land, y el cine me queda a una cuadra-tres minutos de casa…

El ice de uva y las palomitas con caramelo (medianas) duraron justo los 168 minutos que dura la peli. No vengo a reseñar ni a criticar el filme, pues no tengo experiencia ni es mi intención, para ello compren Cine Premiere o guguléenla o píquenle
acá.

La verdad pensé que la cinta nos ofrecería más vistas-paisajes-escapes de la tierra Oz, quizá Ayer’s Rock también conocido como Ulurú, fue mínimo. No importa, las escenas en donde aparece el inmenso desierto australiano me hicieron llorar, híjole, es que me acordé de M. y sentí nostalgia.

Muchas veces M. me habló de esas tierras, de sus costumbres, de la gente, de los más de 40°C que tiene durante todo el año y por lo que hasta tres veces al día se bañan, que los australianos comen mucha carne, que la infidelidad es típica en América Latina, no en su país; de Melbourne, de Sydney, de la Trobe University, del trabajo de su padres, de su hermano…

Otro cuate, quien vivió mucho tiempo con una australiana aquí, dice que Australia está lejos del resto del mundo. Su calidad de vida, sin duda, es ideal; sin embargo, para ir de ciudad en ciudad a fuerza debes viajar en avión, nada de que ‘vamonos en el carro’ como los mexicanos solemos pueblear. Allá las distancias entre pueblos son enormes, y estos no tienen más de 50 habitantes, quienes en su mayoría son aborígenes.

Y un Don –entiéndase señor-viejo-ruco–, quien también vivió en Australia hace años, regresó a México y después volvió por negocios, dice que los australianos blancos son racistas y se justifican al decir que son ‘tolerantes’.

Me comentó que hace más de 40 o 50 años, el gobierno aussie permitió una prueba nuclear en el desierto, a pesar de que sabían que en el lugar donde fue realizada vivían grupos aborígenes y que eso o lo de las ‘generaciones perdidas’, prefieren no mostrarlo al mundo porque entonces Australia no es tan perfecta como parece.

No me quedo con ninguna versión. Sólo espero tener tiempo, vida, energía y dinero para hacer el outback y adentrarme al Corazón muerto de la tierra de M.

No quiero ponerme chillona. Mejor, les dejo muchos besos y abrazos para despedir al 2008, cántenle ‘yo no olvido el año viejo, porque me ha dejado cosas muy buenas…’


III

Lista –mínima por no más extensión– de sucesos destacables del año:

1. Conocer a
Lata , a Ross y reencontrar a Reyna
2. Conocer a la Nats; integración de las sritas Mal cogidas.
3. Conocer al Maestro trepador, instructor de técnicas no tan infalibles, viajar con él y la Reynis a la Lataparty.
4. Haber entrado al taller de redacción del periódico X. había sido un gran reto desde que salí de la Facultad, ¡lo logré!.
5. Reencontrar a M., a pesar de todo.
6. Hacer locuras con la chica A.

En el Mercado de San Juan

Conocí el famosísimo Mercado de San Juan, de día, el pasado lunes. Sí, es que ya lo había pisado, pero de madrugada (hace mucho, muchísimo tiempo cuando me dejaron una tarea para mi taller de prensa, fui con el reportero nocturno de Formato 21 y un conato de incendió se suscitó ahí).

No tenia idea de que es un lugar único a nivel mundial y Latinoamérica, según la información que he hallado en diferentes periódicos a través de la red, porque encuentras desde hierbas finas, condimentos provenientes de otros países, así como quesos, verduras, carnes rojas, de aves, pescado hasta de cocodrilo, por ejemplo; verduras de color y forma extrañas.


Saben que mi espíritu culinario ha emergido, entonces lo que me llevo al mercado, ubicado en Ernesto Pugibet, al cruce con Ayuntamiento, en la colonia Centro, fue la búsqueda de ajinomoto, sazonador utilizado tanto en la gastronomía china como japonesa.

Encontré una tienda, casi junto al mercado, de productos chinos –creo– en donde hay gran variedad de salsas de soya, tofu, sushi preparado, diferentes tipos de arroz, pastas y más productos que desconozco.

El dueño del lugar es chino o japonés –bah, debí de haberle preguntado– fue muy amable, dijo que no se me ocurra usar en ajinomoto como sal, pues éste sólo da un sabor ligero a los platillos.

Cuando le pregunté por la ‘salsa inglesa japonesa’, contestó que esa no existe. Argumenté que el chef de Japón de que dio la receta –en Once TV– así especificó y Don dueño respondió “Recetas engañar. Salsa inglesa japonesa no existir. Nosotros cocinar con salsa de soya de muchos sabores. Mi esposa enseñar a cocinar cuando haya más tiempo”.

Compré mi sazonador –que por cierto es harto para la pizquita que usaré, si gustan les regalo–, arroz integral y tofu.

Luego en el mercado, encontré los chicharos japoneses, jitomates cherry (¿para qué? Pues a ver qué se me ocurría), un poco de curry y otro tanto de hierbas finas -éstas huelen delicioso-.

En un puesto vi las lechugas más hermosas, verdes, con y sin hoyos, moraditas, extravagantes y raras que he visto en toda mi vida. ¡Qué lindos son los elotes baby así al natural! Los de frasco me dan asco y, el cebollín fresco parece pasto de caricatura; las zanahorias baby y los espárragos son como accesorios de la cocinita Combo.

¡Ay los pavos! Bueno, ahí sí son más guajolotes desplumados. Todavía les escurre el moco ¿o alguien sabe cómo se llama ese pellejo que les cuelga a estos?

Y qué decir de las cerezas color carmín ¡wow! Todo lucía tan lindo, tan extraordinario.

Aquí una muestra de lo improvisado: Lechuga italiana con jitomatitos, gajos de toronja, tofu y fajitas de pollo a la vinagreta.



Lo dicen expertos "la cocina es un arte, no una ciencia" y agregaría lo que la chef Thelma Morgan dice "compártelo con quien amas".

viernes, 19 de diciembre de 2008

Fin de año... fin de historias.

Como algunos saben –y si no, pues ahora se enterarán– la revista en la que colaboré dos años dos meses cerró hace tres semanas. Números rojos en la editorial y producto poco rentable, supe extraoficialmente.

Y sí, lloré. Fue inevitable la tristeza. No es tan feo como cuando te corren (y miren que ya viví un despido), pero no deja de ser angustiante, aún peor en pleno diciembre y todavía más cuando se trabaja por honorarios.

Lo bueno, es que no tengo hijos ni familia que mantener. Lo malo, va desde que te quedas sin dinero hasta que el material de ex próximas ediciones quedó ahí, en la memoria de una máquina o en tu escritorio.

Ante la crisis financiera global y los poco días que le quedan al año me dije “Ya, basta de angustiarte. Esto es quizá una señal de que debes cerrar ciclos profesionales, personales y académicos. Disfruta lo que resta del 2008 con lo que tienes y con quienes estés, en enero te aplicas o te aplicas…”.

Así lo he hecho. Funciona. Traigo un espíritu navideño a todo lo que da; casi todos los adornitos de la época los he puesto yo, he cosido una que otra figura en fieltro (eso de unir chaquiras y lentejuelas es terapéutico, inhalas-exhalas, aunque luego el dolor de manos cala), incluso acompañé a Mamá maestra a su clases de pintura, porque entre ambas elaboraríamos un pie de árbol. Pero como ella tiene multiples ocupaciones políticosociales, sólo un par de manos pintan-pintan, en dos días ya casi llevo más de media obra artística.

Pinto–canto. Canto–pinto. Cocino– coso… y recuerdo, recuerdo mucho, a muchos, conocidos y desconocidos; escucho las noticias. Reflexiono en la pena de muerte, los secuestros, el narcotráfico, en Silvia Vargas, en los chavos que murieron en el New’s Divine, en Juan Camilo, en tanto y tantos.

El otro día, escuché que el Partido Social Demócrata (PSD) pide la legalización de la droga, porque el narcotráfico no se combate declarando la guerra y entonces ¿cómo?

Ya no entendí, ¿el Estado sí pudo legalizar el aborto? ¿Podría legitimar el uso de drogas, pero no la pena de muerte hacia quienes privan de la libertad y la vida a otras personas? Que porque México firmó un pacto para abolir este acto y hace ya 47 años ocurrió la última condena…

No sé si como dice Arnoldo Kraus, legalizar la pena de muerte, envilecería a México. Igual daña la droga como dañan los secuestradores y a veces asesinos ¿no? ¿Existe algo menos peor entre lo uno u otro?

lunes, 8 de diciembre de 2008

Domingo culinario, de mercado.



Fui al mercadito ayer en búsqueda de champiñones, poro y flores de calabaza para preparar una deliciosa sopa, la cual no sólo tenía en mente, sino que era casi una obsesión, para el menú dominical.

Encontré todos los ingredientes, de paso una lechuga italiana hermosa, fresca, verde –que te quiero verde– y barata que probablemente sirva para sándwiches o una ensalada con espinacas roseada con suspiros de vinagre balsámico, aceite de oliva y pimienta.

Me alcanzó para germen de soya y brócoli, con los que prepararé un platillito japonés.

Compré fresas, porque dentro de unas horas (son las 01:30 horas) desayunaré jugo de naranja con fresas.

Esto de ser ‘ama de casa’ es agradable, estresante, complejo, angustiante, tiene pros y contras que van desde la administración del gasto hasta que el menú semanal le guste a toda la familia o combatir a los melindrosos.

Me agrada la cocina, en ella soy muy metódica; debo tener todo a la mano, sigo el a-b-c de Cocina fácil o el paso a paso del Gran recetario de la cocina mexicana o los menús del Canal 11.

Ayer me sorprendió ver champiñones enormes, en todos los puestos y ¡no me servían! Debían ser pequeños para la sopa (ven soy m e t ó d i c a). Busqué, busqué, finalmente encontré, aunque los escogí; ya había comprado otros hongotes, pero mejor los reservo.

Me duelen las manos, los dedos, de verdad. Eso de limpia-lava pollo (¡ah, porque eso de usar knorr suiza es de mujeres flojas. Le resta amor y sabor a la comida!) es un show al igual que pica esto, pica lo otro, reserva, licua, ya hierve aquello, baja el fuego, sólo cinco minutos, que no se pegué, cuidado porque se quema, ¡pfffff, ahora comprendo a quienes están 24 horas al servicio de la casa e hijos, omitamos lo del ‘marido’!

Dice Mamá maestra que cuando el arroz rojo te queda esponjadito, no batido ni crudo y con la sazón exacta, ya te puedes casar. ¡Eso qué! A mí ya me sale, pero desde que me dijo eso, prefiero cocinarlo sólo blanco y con verduritas.

Me siento, Tita (nomás cuando cocina), personaje interpretado por Lumi Cavazos, en Como agua para chocolate. Ay, y mi madre, a veces, sí se parece a Regina Torné en esa peli, así mala-mala-malota.

Ya me voy, sino me dará hambre y es de madrugada, ¡bah! Nomás vean qué champiñonzotes, jajaja.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Tú, la Navidad...

La mañana de ayer, terminé de colocar mi arbolito de Navidad luego de algunos desacuerdos con Mamá maestra por cómo colocar una tira. Esferas, estrellas y botitas tanto rojas como doradas, estos colores me agradan; son pues como que los representativos de la época, pienso.

Todavía nos faltan adornos, dulces, toalleros, juegos de baño, el reno de madera –que de no sé dónde trajo mi má–, el nacimiento, entre otros detalles que colocaré sola y cuando la señora de la casa regrese de un viajecín al rancho.

Antes de desempolvar el árbol, limpié casa y vidrios, cambié cortinas, sacudí y moví muebles.

Entre tanta movedera, también el estudio ya necesitaba arreglo. Entonces ahí va esta Ordinaria a quitar más polvito, revisar y tirar 20 mil post its, acomodar revistas, libros, limpiar compus y escritorio; abrir el archivero para acomodar hartos papeles y ¡Ohh sopresa… una Tú* del 2000!

No, no, nooo!!! Hace ocho años, era yo una puberta de escasos 16 o 17 años. Desde que estaba en la secu compraba mi y era de ley que rolaba el salón o en bolita hacíamos los tests, aunque no teníamos novio (o sea, que eran meras suposiciones de qué harías sí Pepito te cortaba) ni nos comprábamos ropa de Nicholas, pffff –chale, sí o más hueca nuestra vida–.

Justo hace unos tres días, platicaba con la Hannita, quien es dos años menor que su servilleta, de cuando fuimos fans de la y que actualmente nos decimos a nosotras mismas “¡qué leías, mi reina!”.

Ahora, Hannah ocupa sus viejas Tú’s para las tareas de sus niños, mientras las pocas que conservo, creo que están debajo de algún colchón. Supongo que el resto las regalé.

Y con evocar a la , también nos acordamos de las canciones poperas tales como Pepe de Jeans –¿por fin dejaron de existir o siguen con los refritos de Daniela Romo? –, de Lynda y sus mochilas de peluche; de Lytzi, Kabah, Enrique Iglesias con aspecto mugrosón y su suetercito –jajaja–…

¿Qué me dicen de los famosísimos piojitos? Sí, esas figuritas multicolores que nos decoraban la cabeza, a las niñas claro. Los recuerdo vagamente.

Además, Hannah dice que todo debía combinarse con zapatos de color negro, ¿eh? Lo que sí tengo en mente, eran unas “botas” como de tela o lona con la punta y taconcito de plástico.

Uhmm… ¿y qué había en la tele por aquellos días? Aaay, Dawson’s Creek con la cancioncita de Kiss me –jojojo, la cual tengo como timbre en mi cel– ¿otra series?

Ya estoy, ya estamos rufles.

La continúa existiendo. Sobrevive, es más ¿sabían que, por ejemplo, en Monterrey editan ésta revista muy a la regia? Yo no. Hace tiempo conocí a quien fue hace ocho años la directora editorial de y hoy por hoy es la editora de Harper’s Bazaar (algún día, cuando sea grande ^^... Yo también).

Como dice la canción de Arjona “¿quién diría, quién diría que son años la la la…?”


Ya estoy, ya estamos rufles y si pudiera volver a tener 15 años, los tendría. No lo dudaría, nomás por la dicha de la juventú. Quizá compraría la y 10 años después recordaría entre diversión y añoranza esos días.






*sobrentiéndase la revista para adolescentes, editada por Televisa.