lunes, 28 de abril de 2008

Letras DFectuosas


K verde despedía a M azul luego de tanta fusión para escribir y contar historias. Triste pero necesario adiós; por ahí siguen ambos, se esconden para no hallarse.

La K verde no sabía que F roja existía entre harta letra multicolor, un día la descubrió y comenzó a lanzar suspiros. F roja es estrambótica, rara pues. Descendiente de la kappa griega y de la kaf fenicia, la K verde se emocionaba cada vez que veía a la F roja, de lejitos, hasta que un día saltó y saltó pa’atrás, retrocedió y casi deja como bastón a la J; transforma en guión bajo a la I; a la H la ignoró y casi choca con la panza de G… todo por ver a la F roja.

Finalmente llega K verde al lugar de la F roja; platican mucho, todos los días, todas las noches, y aunque la M azul, a veces, estornuda y riega su color hacia el cielo, K verde no lo ve pues el rojo es tan llamativo que opaca la claridad. Y así, K verde tambalea.

K verde y F roja se despiden una y otra vez. Reencuentros, KF – FK, bobos y sosos, tal vez.

Pero K verde, no es tan verde (eso piensas F roja ¿acaso crees que en vano está cinco pasos más adelante del camino ABCDE…? No querida (o)) y nota que la H, muda no es. Psicodélica sí, moderna tal vez, un poco infantil… Se siente columpio y canta tonterías.

¡O o o h d e c e p c i ó n!

Una tarde en la ciudad DFectuosa, K verde porta alegría e ideas para posibles combinaciones con otras letras, pero el símbolo del potasio gira a la izquierda mientras espera la luz del semáforo que le permita cruzar:

F roja ------------------- H

toman sus líneas

K verde fue K amarilla

1 2 3 . . . d í a s

Una A muy anciana le dice a K verde: “viste a F roja porque la vida te contestó, porque tu eres K, estás adelante y no debes retroceder. Aprende a darle la vuelta a las cosas que sólo te van a estorbar.”

sábado, 19 de abril de 2008

Odiar: ejercicio nocturno.

─Tenemos una niña nueva en el taller. Bienvenida. ─ dijo Rosa Nissan, quien me pidió que me presentara y dijera si tengo algún proyecto o por qué decidí tomar el curso de Autobiografía.

(Efectivamente me sentí niña entre casi 12 mujeres y un caballero de entre 40 y 70 años de edad, como diría Bárbara, personaje de la escritora española Rosa Montero, me quedé patidifusa al entrar al salón y toparme con aquellas personas. No hay límites de edad ni pensamiento cuando se quiere y necesita escribir.)

Leímos algunos poemas de Don Margarito Ledesma, ¡que hombre tan gracioso, pero quiso ser poeta! Luego, una compañera leyó un texto de otra alumna, en otro curso de Rosa, respecto al ODIO. Al termino, iniciamos nuestro ejercicio: Escribir durante cinco minutos lo que llegara a nuestra mente y papel de dicho sentimiento.

Anoche repetí la tarea…

Odio escribir para perseguir su recuerdo y no olvidarle. Odio que los recuerdos de lo imperfecto
palidezcan porque entonces comprendo la vida.

Odio pensar que no me amó; odio más que me hayas dicho lo contrario. Odio que me hayas advertido cuánto te recordaría el resto de mi vida aunque tomáramos rumbos distintos.

Odio contar los días. Ya pasaron siete meses de aquella amena, extraña y “esperada” despedida. Odio a septiembre; a noviembre y a diciembre. Odio a la esperanza porque esperó. Odio a ese océano, que no te tragó, tanto como a esas raíces que no alcanzaron tus pies y te permitieron volver. Odio que hayas regresado a culpar y reprochar el cariño que ya te odia.

Odio que la memoria no me falle tan solo unos minutos, odio que no suceda. Odio mis ganas de: querer, vivir, sentir, hablar, explorar, compartir, escribir, ser, degustar, descubrir más contigo, a tu lado. Odio tu pinche miedo a perderlo todo. Odio que hayas sido quien me enseñó a no temer mientras la inconciencia es conciente, a apostar en la batalla, a tocar y alcanzar la plenitud.

Odio que te hayas rendido en tan poco; odio que me enseñaste qué hacer juntos, pero no sin ti.

Odio que no haya manuales efectivos ni fórmulas contra la palidez del recuerdo, de lo imperfecto. Odio que la gente, el Metro, la Roma, la San Miguel Chapultepec; Viaducto o Periférico me recuerden que ahí o allá estás.

Odio odiarte, ya me cansaré; entonces ya tus imperfecciones serán perfectas. Odio.


“Somos seres imperfectos que vivimos en un mundo imperfecto”
Tokio blues, Haruki Murakami.

miércoles, 16 de abril de 2008

Los caballeros las prefieren rubias


No es de esta vieja película (1953), que vi en Canal 11 –jaja-, la que concierne a este post, sino a lo que me ocurrió la semana pasada ¡¡por no ser rubia!!.

En un acto desesperado y reto por obtener un puesto de recepcionista en un importantísimo lugar de las “Lomas”, vino a mi cabeza la idea de acudir al lugar de reclutamiento con todo y currículum; ahí acomodan lo mismo a intendentes que a mercadólogos. Las oficinas, ubicadas en la zona in del Defé, medio pinchurrientas están a media cuadra del Metro Chilpancingo.

Iba yo re guapa, pelo lacio, vestimenta formal, taconcitos y con un excelente discurso en la punta de la lengua –el producto en oferta soy YO, obvio- por si acaso me preguntaban la razón-motivo-causa-fundamento-objeto de escoger ese trabajo aun con experiencia laboral dentro de lo que estudié (comunicación y periodismo). Creo que, tardé más en entregar mi CV y llenar un formato que en la entrevista. No fueron más de cinco minutos.

Aunque la licenciada me preguntó cuál era mi último grado de estudios, nivel de inglés y leyó que me dedico al freelance, dijo (a fuerza pensé) : “Mira te seré muy honesta, han venido muchas chicas por el puesto; guapas al igual que tú, pero todas morenas.

Sí, lo siento, quieren güeras. Es un firma internacional de abogados en Bosques de las Lomas y eso es lo que nos piden, no quieren morenas. Deben ser rubias con más de 1.70 m de altura, ya sabes casi edecán. Finalmente contestar un conmutador no tiene mucha ciencia, mija, porque es lo que harías, pero de cualquier forma me quedo tu currículo, también conseguimos gente para editoriales.”

En conclusión, ja: no nací para ser recepcionista. Respeto mucho a quienes son, porque hasta para contestar el teléfono, decir buenas días o buenas tardes y brindar sonrisas Colgate, se necesita vocación. Crecer ya no puedo, más que con zapatillas y éstas ya no son mi hit –pa’cuando gusten presto las negras con tacón de aguja; o las azules metálicas que adquirí en La Lagunilla; unas doradas que la última vez que usé durante cuatro horas casi me hicieron llorar, el resto –rosas y rojas- las repartí a mi madre y hermana–.

¿Teñirme de amarillo, dorado, oxigenado, güera o huera? ¡Nooo! Soy anti blond girl. Si la naturaleza –bueno, mis apás participaron- me creó como amarillenta, jajaja, con cabello oscuro, casi negro, así estoy bien. También, reconozco, no tengo las súper bubis, mas acepto y me agradan mis senos con o sin bra (¡Qué vulgar se lee esto!).

En ese bufete jurídico seguro las prefieren rubias, no por eso las morenas perdemos encanto. Ahí tienen a la chaparrita Salma Hayek que chiquita, chiquita tiene una hija con Francois Pinault, hijo de uno de los hombres más millonarios del mundo (cuánta frivolidad la mía).

Dicen… Bueno, me dijeron hace tiempo que las rubias son insípidas ¿¿?? Por supuesto, le pregunté que si lo decía con conocimiento de causa; contestó que en algún momento se degusta a las mujeres, y es ahí en donde el sabor es distinto ¿será?

Ustedes ¿cómo LOS y LAS prefieren?

Yo… ya no sé. Hay un moreno que me hace ruidito y es bien inteligente, ¿de verdad existirá esa teoría de que las rubias son tontas?