jueves, 27 de marzo de 2008

La última y nos vamos


Ayer terminé una etapa profesional que, sin duda, me dejó grandes satisfacciones, así como el reconocimiento no sólo de las jefas (editoras) sino también de las lectoras –sus comentarios a través de la carta estrella me conmovieron y motivaron a buscar más historias de vida real para escribir─, a todas les agradezco: haber creído en mí.

Recuerdo cuando Karina, la directora editorial, llamó para decirme que no había sido yo la elegida para el puesto de redactora en eres*: sin embargo, dijo, en serio, que mi forma de ser le agradó y seguro podía colaborar. Así, un día llegué con tres propuestas a la revista, una fue aceptada. Después aporté más, lo que pude, pero ante todo… ¡De lo que quise escribir!

Si la memoria no me falla, esto fue a mediados del 2006; hoy, marzo de 2008 se publicaron mis últimos artículos pues hubo una renovación del equipo editorial. No sé si esto equivale a un despido, tal vez, porque a una liquidación definitivamente no. Aunque me quedé con ganas de más, lo admito, eres* debe de evolucionar y por supuesto YO también.

La verdad, estoy medio tristona, mas no depre. Colaborar o freelancear para esta publicación –light según el cristal con que se mire─ me llenó de satisfacciones profesionales y personales, éstas últimas ¡las mejores!

Algo nuevo vendrá, sino lo buscaré, mejor, por supuesto. Aprendí tanto que, ahora comparado con el camino que he recorrido es tan poco. Al inicio de esta experiencia me pregunté qué rayos escribiría en eres*; lo último y quizá nunca me pasó por la cabeza (mientras era una universitaria con ideales), fue escribir en revistas femeninas. Empezó como un reto, ahora ese desafío no es un mero trabajo, es lo que me agrada hacer. Me sentí ¡grande!

Me identifiqué, me puse la camiseta y no me hicieron ruido los malos comentarios, por ejemplo el de Toño –No mames, Karina, cómo en eres*… Somos de la UNAM─. Ajá ¿y? Mis profesores me brindaron herramientas para escribir e informar a la gente, y aunque no lo parezca, aun a través de las revistas fresas se brinda un servicio, una ayuda que quien quiere la toma en cuenta si la requiere. Sí, estudié en la UNAM y no me avergüenzo de lo que aporté a esta publicación.

¿Qué continúa? Me encantaría saberlo, a lo mejor disminuiría levemente mi preocupación los siguientes meses. Trabajar por honorarios es harto difícil.

Un hombre es grande no sólo por hacer cosas grandes, sino también por cumplir las cosas más pequeñas.
San Basilio

martes, 25 de marzo de 2008

Distancias

¿Quién no chateó hace ya algunos años? Porque si mal no recuerdo el chat -o los chats- antecedieron al ICQ, después vino el MSN. Aún recuerdo que Latinchat y otro, creo, Planetachat fueron los lugares en donde inicié las ciber - pláticas.

Te encontrabas al calenturiento con nombre de pene, a la fresa con nombre de princesa o al osito4536, jajaja...¡Los ciber-novios! Tuve uno, un galán de Perú. Harto lo quise que ni su nombre recuerdo (por favor, tenía como 14 años y un montón de sueños de adolescente); estuvimos en contacto alrededor de seis meses. Le fascinaba Maná y hasta dedicatoria tuve -Rayando el sol-, me platicaba de su familia, creo que vivía con sus papás y tenía una hermana. Él estudiaría medicina. No logro recordar su nombre.

Quería enviarle muchas cosas: recuerditos, fotos, libros, chacharas, pero como no confiaba en el correo y me sentía doña millonaria, un día, muy feliz iba toda yo. Llegué a Estafeta -mi paquetito no pesaba ni un kilo-, le mostré a la señorita lo que enviaría, lo pesó y la cantidad $$$ era estratosferica. Así que, desistí. El entonces ciber-novio comprendió y todo continuó tan normal como siempre, eramos dos lindos ilusos con ganas de ir a Lima y venir a México. Decía que me llamaría y sería una gran sorpresa, esto ocurrió, ja. Fueron los 2 ó 3 minutos eternos, tampoco recuerdo qué dijo...En fin, el niño peruano me habló.

Tenía una duda: ¿todos los peruanos eran como quienes exponían su vida con la señorita Laura (sí, "que paseeeee el enamoraó"), nada agraciados? Se lo pregunté, aunque no se molestó su indignación fue más respecto a cómo su país era exhibido en otros lugares del continente. Perdimos contacto, obvio no me dolió su ausencia, no le lloré y pasó.

Sin embargo, qué sucede cuando conoces a alguien de carne y hueso, primero. Convives o medio le conoces. Después, se va lejos y entran en contacto a través de un monitor; se convierten en íntimos, sabe tu vida, conoces la suya (amores, desamores, fajes, nuevas conquistas, malas rachas, borracheras, sexo, proyectos, metas, trabajo...ILUSIONES) a través de la distancia y te invade un no sé qué cuando es él/ella con quien sólo puedes hablar de algo o alguien, pues sientes que te comprende. La relación se reafirma y lo único que hace falta es un pacto fraternal para sellar conversaciones en la compu.

¿Cómo es que alguien al otro lado del mundo o a miles de kilómetros de distancia te estremece en un e-mail o cuando telefonea?

A veces, te aterra la idea de que regrese porque eso es un arma de doble filo. La amistad se fortalece, quizá sea más que un amigo(a) o definitivamente se conviertan en dos completos extraños, ¿mejor que la distancia le gane a amor? No te quita el sueño, pero cómo ronda y ronda en la cabeza, y la vida sigue acá y allá.

*Porque me dejas con un montón de dudas.



miércoles, 12 de marzo de 2008

La crisis de las crisis

¿Será época de crisis existencial, económica, personal, amorosa...? Sé qué hago de mi vida profesional, y aunque lento avanzo firme; sin embargo, de pronto me desespero. Mi amiga, la moreliana de cajeta, dice que es más sencillo –o menos complejo- cumplir 24 años que, 25.

No sé qué me sucede, no lo sé, de verdad, de veritas que no lo sé. Es más, no sé si este post tenga sentido.

El viernes pasado, también, me entró la ansiedad y nostalgia por el sujeto de ojos bonitos. Lo adjudico a que soñé con él: Transformado en albañil (ni así dejó de ser guapo el condenado) revolvía la mezcla y una tía, que es mi vecina, le rentaba un cuarto en la azotea; yo, muerta de miedo porque mi madre descubriera su cercanía, hice lo que pude para evitar que se conocieran –en el sueño obvio-.

No sé en qué momento el albañil güerito se transformó en un hombre trajeadito, sin barba y ¡con un hijooooooo! El chamaco, como de tres años, se llamaba Chistopher no sé qué, pero los apellidos no coincidían. Inevitablemente mi ex y yo intercambiamos palabras y miradas. Cómo estás, dijo él. Bien, respondí. Cómo te ha ido, preguntó, y...Ocurrió lo que en realidad he estado tentadísima a hacer: abrazarle, besarle, tocarlo y decirle “te extrañé”.

Fui correspondida en mi mundo onírico, porque a él también le pesaba mi ausencia, ¿y en la vida real qué?

Así que, cuando abrí los ojos, tomé de inmediato el teléfono, intenté marcarle, mas no pude. No fue cobardía, menos vergüenza (cabe señalar que nuestra separación fue por mutuo acuerdo, aunque después me salió casi, casi con que yo le arruiné la vida. Sí me hizo sentir bien pinche, se me pasó y finalmente, convencida digo que fue más sencillo culparme que enfrentar las consecuencias de sus bajos instintos), quizá orgullo, resentimiento...

Fue mi terrible crisis del viernes. Debía ocuparme porque en cuanto dejaba de hacer algo, una sensación extraña me invadía el pecho, quería salir corriendo y ni modo que paseara las lechugas y atunes –porque estaba preparando la comida- por mi pueblito, y como la niña Corajitos, bien macha me aguanté.

Ese trance, tal vez, es comparable con el que sufre un adicto o un alcohólico cuando,
cada uno, decide abandonar los chochos y polvitos o el vino, los vicios pues. Desarrollé una relación codependiente, aunque no sé si me retiré a tiempo, intento no caer nuevamente en mi vicio con nombre y apellidos.

Podrá parecerles soso y absurdo, pero a partir de que hace seis meses entendimos que la relación ya pesaba en la cotidianidad (que tampoco compartiamos) –hoy, hoy, exactamente un miércoles 12- las cosas en mi vida fluyen muchísimo mejor sin él; con serenidad acepté que “tantas cosas que empiezan y acaso acaban como un juego”, sin duda una despedida triste por la que llorar no es bueno. Un adiós que se guardó en un cd de Jarabe de Palo...

P.D ¿A ver, interpreten mi sueño?



sábado, 1 de marzo de 2008

Belleza extraña

Desperté e inmediatamente me miré en el espejo; con la poca luz que se filtraba a través de las cortinas, noté lo mal que lucía mi cara. No tenía las mejillas llenas de baba ni el cabello desordenado, pero me sentía fea.

Sí, fea, poca cosa, casi nada. Aunque nunca demostraste rechazo y decías que era una “mexicana bonita”, entonces te creí, los últimos días a tu lado fui una verdadera fealdad: triste, ansiosa, enojada pero conmigo, confundida, vacía. Harta de ti, de tu vida y cansada de los intentos en vano por satisfacer tus expectativas, eso pensé.

Intenté ser bonita, agradarte. Sin embargo, no me agradé, tampoco logré complacerte. Querías que fuera inteligente, única, perfeccionista, que supiera y escribiera de política o mejor aún, que tuviera un grado de maestra en ciencias sociales… Así, como ella. No fui: la mujer con quien soñaste compartir poesía, en una cabaña, frente a una chimenea, compañera de viajes sin rumbo fijo, espectadora de tus creaciones cinematográficas y literarias. Lo siento, mas no pude ser como ella.

Si por tu belleza, tiempo y medio amor debía olvidar al resto de la gente e ignorarme, cómo no habría de mirarme fea y sentir repulsión hacia mí. No era el aspecto físico lo intolerable, sino aquella pesadumbre emocional, porque ¿sabes? Me gusta mi cuerpo. Lo observo desnudo y contemplo, por ejemplo, lunares que al unirlos forman figuras extrañas y divertidas. Sé que no soy un estereotipo de mujer con enormes senos, vientre plano, glúteos voluminosos y altura de árbol, sino una belleza extraña que, después de arduo proceso de entendimiento, se mira sin recelo, temor y prejucios.

Hoy, lejos de ti, dejo de sentir pena por mí. No pienso en que mi lado bello sólo podían percibirlo, extraños y conocidos, junto a ti.

Cuánto tardé en comprender que no era el reflejo de mi figura la desproporción sin arreglo, sino mi inconciente condicionado a tus palabras, acciones y hermosa mirada. Cuánto más me llevará deshacerme de tu atractivo encanto que poco a poco desaparece porque, con tristeza, descubro que eres aún o más feo que quien se mira en un cristal.


*Ejercicio para el taller de redacción, pero fue, lo confieso, un ejercicio del alma.