Recuerdo cuando Karina, la directora editorial, llamó para decirme que no había sido yo la elegida para el puesto de redactora en eres*: sin embargo, dijo, en serio, que mi forma de ser le agradó y seguro podía colaborar. Así, un día llegué con tres propuestas a la revista, una fue aceptada. Después aporté más, lo que pude, pero ante todo… ¡De lo que quise escribir!
Si la memoria no me falla, esto fue a mediados del 2006; hoy, marzo de 2008 se publicaron mis últimos artículos pues hubo una renovación del equipo editorial. No sé si esto equivale a un despido, tal vez, porque a una liquidación definitivamente no. Aunque me quedé con ganas de más, lo admito, eres* debe de evolucionar y por supuesto YO también.
La verdad, estoy medio tristona, mas no depre. Colaborar o freelancear para esta publicación –light según el cristal con que se mire─ me llenó de satisfacciones profesionales y personales, éstas últimas ¡las mejores!
Algo nuevo vendrá, sino lo buscaré, mejor, por supuesto. Aprendí tanto que, ahora comparado con el camino que he recorrido es tan poco. Al inicio de esta experiencia me pregunté qué rayos escribiría en eres*; lo último y quizá nunca me pasó por la cabeza (mientras era una universitaria con ideales), fue escribir en revistas femeninas. Empezó como un reto, ahora ese desafío no es un mero trabajo, es lo que me agrada hacer. Me sentí ¡grande!
Me identifiqué, me puse la camiseta y no me hicieron ruido los malos comentarios, por ejemplo el de Toño –No mames, Karina, cómo en eres*… Somos de la UNAM─. Ajá ¿y? Mis profesores me brindaron herramientas para escribir e informar a la gente, y aunque no lo parezca, aun a través de las revistas fresas se brinda un servicio, una ayuda que quien quiere la toma en cuenta si la requiere. Sí, estudié en la UNAM y no me avergüenzo de lo que aporté a esta publicación.
¿Qué continúa? Me encantaría saberlo, a lo mejor disminuiría levemente mi preocupación los siguientes meses. Trabajar por honorarios es harto difícil.
Un hombre es grande no sólo por hacer cosas grandes, sino también por cumplir las cosas más pequeñas.
San Basilio